No es tan fácil calcular la distancia y dar el salto, columpiarse sin pensar lo que hay debajo.
Y caerse y levantarse tan despacio para recordar que pudo haber sido más largo, que sabiéndolo nos hubiéramos soltado de manos, que no hay intentos demasiado complicados, que no hay besos sin intentos fracasados, que no hay besos sin intentos.
Hoy parece que todo es más grande que pesado, más entretenido que complicado.
¿Vas a pensar si podrás controlar una caída espectacular?
Carlos Siles
miércoles, 20 de enero de 2010
lunes, 18 de enero de 2010
FIN.
[...]¿De quién huyes? Por el hado, esto es lo último que decirte puedo.»
Con tales palabras Eneas trataba de calmar el alma
ardiente de torva mirada, y lágrimas vertía.
Ella, los ojos clavados en el suelo, seguía de espaldas
sin que más mueva su rostro el discurso emprendido
que si fuera de duro pedernal o de roca marpesia.
Se marchó por fin y hostil se refugió
en el umbroso bosque donde su esposo primero, Siqueo,
comparte sus cuitas y su amor iguala.[...]
Eneida,Virgilio
Con tales palabras Eneas trataba de calmar el alma
ardiente de torva mirada, y lágrimas vertía.
Ella, los ojos clavados en el suelo, seguía de espaldas
sin que más mueva su rostro el discurso emprendido
que si fuera de duro pedernal o de roca marpesia.
Se marchó por fin y hostil se refugió
en el umbroso bosque donde su esposo primero, Siqueo,
comparte sus cuitas y su amor iguala.[...]
Eneida,Virgilio
sábado, 2 de enero de 2010
Ya hace de esto nuevamente una temporada, muchas cosas han sucedido desde entonces y se han modificado, sólo puedo recordar algunas concretas de aquella noche, palabras sueltas cambiadas entre los dos, momentos y detalles eróticos de profunda ternura, fugaces claridades de estrellas al despertar del pesado sueño de la extenuación amorosa.Pero aquella noche fue cuando de nuevo por ver primera desde la época de mi derrota me miraba mi propia vida con ojos inexorablemente brillantes y volví a reconocer a la casualidad como destino y a las ruinas de mi vida como fragmento celestial. Mi alma respiraba de nuevo, mis ojos veían otra vez, y durante algunos instantes volví a presentir ardientemente que no tenía más que juntar el mundo disperso de imágenes, elevar a imagen el complejo de mi personalísima vida de lobo estepario, para penetrar a mi vez en el mundo de las figuras y ser inmortal. ¿No era éste, acaso, el fin hacia el cual toda mi vida humana significaba un impulso y un ensayo?
“El lobo estepario”, Hermann Hesse
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