lunes, 12 de noviembre de 2012


(…) un rastro de rímel bajaba por su mejilla formando una pista negra.
Él la cogió de la mano y la atrajo hacia sí.
-¿Quieres que dejemos de vernos? Lo comprendería, ya sabes.
Ella se estiró y volvió la mirada. ¿Acaso le daría igual que no nos viésemos más? Soy superflua. Vamos tío, vamos, mátame, hunde más el chuchillo en la herida, todavía respiro. Odio a los hombres, me odio por necesitarlos, odio los sentimientos, me gustaría ser una mujer biónica que dé patadas cuando quieran besarla y no deje que nadie se le acerque.
Se sorbió los mocos, la mirada esquiva, el cuerpo como una marioneta.
-No quiero hacerte infeliz- dijo él- . Pero tampoco quiero que creas que…
-¡Basta!- gritó ella tapándose las orejas con las manos-. ¡Sois todos iguales! Ya estoy harta de ser amiguita. ¡Quiero que me quieran!
- Dottie…
- ¡Estoy harta de estar sola! Quiero frases de Sacha Guitry, ¡yo me arrancaría las pestañas una por una y te las enviaría envueltas en papel de seda! ¡No me haría la difícil!
- Lo comprendo muy bien…Lo siento.
- ¡Déjalo, Philippe, déjalo o te voy a matar!
Dicen que un hombre se siente impotente ante las lágrimas de una mujer. Philippe veía llorar a Dottie, extrañado. Teníamos un contrato, pensaba como el cortés hombre de negocios que era, no hago más que recordarle los términos.
-Suénate- dijo cogiendo un kleenex.
-¡Eso! ¡Para arruinar mi maquillaje de Yves Saint Laurent que cuesta un ojo de la cara!
Él hizo una bola con el pañuelo y lo tiró.
Estallaba la anunciada tormenta, el rímel chorreaba sobre las mejillas marcadas de negro y beige. Él miró el reloj. Iban con retraso.
-¡Sois todos iguales! ¡Unos cobardes! ¡Unos cabrones cobardes! ¡Eso es lo que sois! ¡No os libráis ninguno!
Rugía como si se enfrentase a todos los hombres que habían abusado de ella, se habían echado encima de ella una noche y se habían despedido con un SMS.
¿Por qué, si tienes una idea tan pésima de los hombres, pareces extrañada?, pensó Philippe. ¿Por qué sigues teniendo esperanzas? Debería ser lo contrario: yo les conozco bien, sé que no se debe esperar nada de ellos. Los uso y los tiro. Ya que no alcanzan el espesor de un kleenex.
Permanecieron silenciosos, cada uno emboscado en sus preguntas, su soledad, su cólera. Quiero una piel contra la que frotarme, pero una piel que me hable y me ame, rumiaba Dottie. (…)
Los fantasmas a los que se dirigían no respondían y se encontraron frente a frente, incómodos, cada uno, por un amor que no se podían intercambiar.
Dottie lanzó una última queja antes de tirarse a la cama, en medio de sus pequeños cojines WON’T YOU BE MY SWEETHEART? I’M SO LONELY  que ella lanzó por toda la habitación como una violenta borrasca. Ya nunca sería más la querida de un hombre. Había terminado con ellos. Sería como Marilyn: "I’M THROUGH WITH LOVE…".
-¡Vete! ¡Mejor para mí! – gritó una última vez  volviéndose  hacia la puerta.
Se levantó titubeando, introdujo el DVD de Con faldas y a lo loco en el lector y se enrolló entre las mantas. Al menos, esa historia acababa bien. En el último minuto, cuando todo parecía perdido, cuando Marilyn, envuelta en una fina muselina, lloraba su canción sobre el escenario, Tony Curtis se lanzaba sobre ella, la besaba y se la llevaba.
¿En el último minuto? Un brillo de esperanza la iluminó. Se precipitó hacia la ventana, levantó la persiana, escrutó la calle.
Y se insultó. 

 
El vals lento de las tortugas. Katherine Pancol.


jueves, 8 de noviembre de 2012

Se me para el tiempo y lo que era caricia se vuelve condena. Vaivén de memoria, la vida era un cambio de mar, una ola, un frío de enero, subirme la falda, salitre en el pelo. Cambiaron los vientos y se me hizo rutina el dolor, la mentira, los pies sin el suelo, la piel sin el tacto, abismo al destierro. Andrés Suárez.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Pues sí...¡Soy tonta y eso no es nada nuevo!,suspiró, garabateando en su hoja de cuentas. Lo veo todo, lo siento todo, capto miles de detalles como astillas que me despellejan viva. Miles de detalles que a otros no les afectan porque tienen la piel de cocodrilo. Los ojos amarillos de los cocodrilos. Katherine Pancol.

domingo, 14 de octubre de 2012

Como ve, todos tenemos en nuestro interior los elementos necesarios para producir fósforo. Es más, déjeme decirle algo que a nadie le he confiado. Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía al alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. >> Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo. ¡Qué ciertas eran estas palabras! Si alguien lo sabía era ella. Desgraciadamente, tenía que reconocer que sus cerillos estaban llenos de moho y humedad. Nadie podría volver a encender uno solo. Lo más lamentable era que ella sí conocía cuáles eran sus detonadores, pero cada vez que había logrado encender un fósforo se lo habían apagado inexorablemente. Como agua para chocolate. Laura Esquivel.

domingo, 7 de octubre de 2012

El frío permanecía inamovible. Entonces se puso zapatos de estambre y otras dos cobijas. Nada. Por último, sacó de su costurero una colcha que había empezado a tejer el día en que Pedro le habló de matrimonio. Una colcha como ésta, tejida a gancho, se termina aproximadamente en un año. Justo el tiempo que Pedro y Tita habían dejado pasar antes de contraer nupcias. Decidió darle utilidad al estambre en lugar de desperdiciarlo y rabiosamente tejió y lloró y tejió, hasta que en la madrugada terminó la colcha y se la echó encima. De nada sirvió. Ni esa noche ni muchas otras mientras vivió logró controlar el frío. Como agua para chocolate. Laura Esquivel.

viernes, 5 de octubre de 2012

Sin salida

No sé si estoy aquí o allí, no sé si estaba bien ayer, no sé puede ser que sí. Tengo la misma sensación que cuando llegas al final de un camino estrecho y no hay salida y tienes que volverte marcha atrás y sólo con moverte ya molesta a los demás que no quieren saber que hay al final ni que se lo digas. Tengo la misma sensación que cuando estoy casi dormida que todo me parece bien hasta empezar la pesadilla. No puedo despertarme porque no estoy dormida, no quiero acostumbrarme a estar tan confundida, tendré que acurrucarme y esperar en una esquina a que se haga de día y ya no esté perdida ni esté tan dolorida para reconciliarme con mi vida, quiero recuperar mi vida, quiero recuperarme. Carmen Boza.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Desengaño

Una vez satisfecha su pasión, todo amante experimenta un especial desengaño: se asombra de que el objeto de tantos deseos apasionados no le proporcione más que un placer efímero, seguido de un rápido desencanto. En efecto; ese deseo es a los otros deseos que agitan el corazón del hombre como la especie es al individuo, como el infinito es a lo finito. Sólo la especie se aprovecha de la satisfacción de ese deseo, pero el individuo no tiene conciencia de ello. Todos los sacrificios que se ha impuesto, impulsado por el genio de la especie, han servido para un fin que no es el suyo propio. Por eso todo amante, una vez realizada la grande obra de la Naturaleza, se llama a engaño; porque la ilusión que le hacía victima de la especie se ha desvanecido. Schopenhauer

miércoles, 5 de septiembre de 2012

El poder de una vocal

Qué extraño saber con toda seguridad que esta noche tocas otro cuerpo y yo también otro diferente. Quién sabe si a la misma vez besamos otras bocas, otros labios, otros rincones tan iguales y tan distintos. Despertar a media noche y tropezarme con un cuerpo que no es el tuyo, sentirlo ajeno y saber de nuevo, con la misma seguridad, que justo en ese momento cuando despierto y miro la hora y veo una sombra que tampoco quiere estar aquí, estás llegando al lugar donde tantas veces te esperé. Lo dicho, qué extraño, que tu ansia me duela, que seas tan diferente y yo tan estúpida. Que no quiera hacer al amor más que volando,ya me ves, qué idiota.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Pero ahora ya es demasiado tarde, por supuesto. Tal vez sea ése el castigo reservado a los duros de corazón: comprenderlo todo cuando ya nada se puede hacer.

jueves, 30 de agosto de 2012

Sal con una chica que no lee

Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela. Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta. Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe. Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar. Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato. Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida. Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza. No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio. Por Charles Warnke.

martes, 28 de agosto de 2012

Algunos pensamos que lo que nos hace más fuerte es aguantar, pero es dejarlo estar. Hermann Hesse.

viernes, 24 de agosto de 2012

Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.

viernes, 17 de agosto de 2012

Qué podemos hacer si las ganas se apagan. Me he forzado a creer que la suerte está echada y que no hay vuelta atrás. La apatía y la sed se me van de las manos, el verano al caer y yo sigo temblando. Y no me daba cuenta de que otra vez la misma estampa y otra vez las caras largas. Ya está bien de tanto drama. Nunca dejo de agobiarme con lo que tengo delante y no disfruto del instante. La desgana es un tren que me lleva al vacío, que me ciega a entender que hay millones de opciones que puedo elegir. Y he elegido que ya ese no fuera el destino y salté del vagón a fugarme conmigo. Carmen Boza.

miércoles, 25 de julio de 2012

Simplifica

(…) debes llevar una vida disciplinada. Solo entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no hay afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón te dice. Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición. Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo cuantas veces sea necesario. Luego hazte a ti mismo, a ti solo, una pregunta. (…) ¿tiene corazón este camino? Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. (…) Puedo decir que en mi vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna parte. (…) ¿tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro te debilita. El problema es que nadie se hace la pregunta, y cuando por fin se da cuenta de que ha tomado un camino sin corazón, el camino está ya a punto de matarlo. Un camino sin corazón nunca se puede disfrutar. Hay que trabajar duro tan sólo para tomarlo. En ese punto pocas personas pueden parar a pensar y dejar el camino... En cambio, un camino con corazón es fácil: no te hace trabajar por tomarle gusto. Para mí existe solamente el viajar por caminos con corazón, en cualquier camino que pueda tener corazón. Por ahí viajo, y el único desafío que vale la pena es atravesarlo en toda su longitud. Y por ahí viajo, buscando, buscando, sin aliento. Las enseñanzas de don Juan Carlos Castaneda

viernes, 20 de julio de 2012

[...]El hecho de que se hospeden en mi cuerpo todas mis personalidades es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto... Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas. Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda. Oliverio Girondo

domingo, 15 de julio de 2012

EL DIOS ABANDONA A ANTONIO
Cuando de pronto a media noche oigas pasar una invisible compañía con admirables músicas y voces — no lamentes tu suerte, tus obras fracasadas, las ilusiones de una vida que llorarías en vano. Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente, saluda, saluda a Alejandría que se aleja. Y sobre todo no te engañes, nunca digas que es un sueño, que tus oídos te confunden; a tan vana esperanza no desciendas. Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente, como quien digno ha sido de tal ciudad, acércate a la ventana con firmeza, escucha con emoción, mas nunca con lamentos y quejas de cobarde, goza por vez final los sones, la música exquisita de esa tropa divina, y despide, despide a Alejandría que así pierdes. Kavafis

miércoles, 20 de junio de 2012

Y me dio por recordar...una puesta de sol en Galicia, el flamenco y tu ropa en el coche, la cadera sudando sin prisa, otra estrella fugada en la noche, cuídate nos debemos la vida Andrés Suárez

viernes, 15 de junio de 2012

"Y se dio cuenta de que la vida no era eso, la vida es caer y levantarse, y volverse a caer y volver a levantarse; la vida es alegrarte los viernes y joderte los lunes, y abrazarte a quien te abrace y a quien no te abrace pues no te abrazas y punto, y no pasa nada." La gran vida

martes, 29 de mayo de 2012

Loca de desesperación... se levantó a la media noche y comió puñadas de tierra en el jardín, con una avidez suicida, llorando de dolor y furia, masticando lombrices tiernas y astillandose las muelas con huesos de caracoles. Cien años de soledad. GGM

viernes, 18 de mayo de 2012

En la cabeza de Irena el alcohol desempeña un doble papel: libera su fantasía, alienta su audacia, la vuelve sensual, y, al tiempo, vela su memoria. Salvajemente, lascivamente, hace el amor mientras la cortina del olvido envuelve sus lubricidades en una noche que lo borra todo. Como un poeta que escribiera su mayor poema con una tinta que, al acto desapareciera. La ignorancia, Milán Kundera.

domingo, 13 de mayo de 2012

En griego, "regreso" se dice nostos. Algos significa "sufrimiento". La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. La mayoría de los europeos puede emplear para esta noción fundamental una palabra de origen griego (nostalgia)y, además, otras palabras con raíces en la lengua nacional: en español decimos "añoranza";(...) En español, "añoranza" proviene del verbo "añorar", que proviene a su vez del catalán enyorar , derivado del verbo latino ignorare (ignorar, no saber de algo). A la luz de esta etimología, la nostalgia se nos revela como el dolor de la ignorancia. Estás lejos, y no sé qué es de ti. Mi país queda lejos, y no sé qué ocurre en él. La ignorancia, Milán Kundera.

viernes, 27 de abril de 2012

Es una costumbre que tengo, mirarme por dentro, más de una vez me he encontrado. Es simplemente cuestión de tratar de darle sentido al camino ya recorrido después de haber caminado. Costumbre que tengo, mirarme por dentro.

martes, 10 de abril de 2012

¡Castigada! Está prohibido pensar

jueves, 1 de marzo de 2012

Amar ideal y trágicamente eso lo sabes con seguridad de un modo magnífico, no lo dudo, todo mi respeto ante ello. Pero ahora has de aprender a amar también un poco a lo vulgar y humano.



El lobo estepario, H. Hesse

lunes, 27 de febrero de 2012




Me gustaba tu desorden en aquella habitación de hotel. Ver la cama deshecha antes de que llegara la camarera de la habitación. Tus calcetines encima de mi ropa y tu ropa interior por el suelo como si la confianza nos hubiera ganado la partida. Doscientas cuarenta horas en las que como un escaparate me vi dentro de tu vida. El reproche a tu desorden no era sino mi manera de gritarte que siguieras conmigo, imaginándote en aquella cotidianidad.

sábado, 4 de febrero de 2012

Lo intuía

La Maga (lo había observado en los últimos días) tenía el puñal clavado de una manera mucho más visible de lo que había pensado en un principio...seguramente el calor que había comenzado, había dejado al descubierto las heridas...viéndolo desde afuera no parecía tan grave, pero sabía -lo intuía en sus transformaciones a no-Maga- el dolor era gigante...perfecta representación de la palabra[...]

jueves, 26 de enero de 2012


Crevel desconfía y lo comprendo. Entre la Maga y yo crece un cañaveral de palabras, apenas nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama pena, mi amor se llama mi amor... Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grandes los ojos, la verdadera cara se borra poco a poco como en las viejas fotos y Jano es de golpe cualquiera de nosotros. Todo esto se lo voy diciendo a Crevel pero es con la Maga que hablo, ahora que estamos tan lejos. Y no le hablo con las palabras que sólo han servido para no entendernos, ahora que ya es tarde empiezo a elegir otras, las de ella, las envueltas en eso que ella comprende y que no tiene nombre, auras y tensiones que crispan el aire entre dos cuerpos y llenan de polvo de oro una habitación o un verso. ¿Pero no hemos vivido así todo el tiempo, lacerándonos dulcemente? No, no hemos vivido así, ella hubiera querido pero una vez más yo volví a sentar el falso orden que disimula el caos, a fingir que me entregaba a una vida profunda de la que sólo tocaba el agua terrible con la punta de pie. Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es un orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en perjuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, dejame entrar, dejame ver algún día cómo ven tus ojos.

Inútil. Condenado a ser absuelto. Vuélvase a casa y lea Spinoza. La Maga no sabe quién es Spinoza. La Maga lee interminables novelas de rusos y alemanes y Pérez Galdós y las olvida enseguida. Nunca sospechará que me condena a leer a Spinoza. Juez inaudito, juez por sus manos, por su carrera en plena calle, juez por sólo mirarme y dejarme desnudo, juez por tonta e infeliz y desconcertada y roma y menos que nada. Por todo eso que sé desde mi amargo saber, con mi podrido rasero de universitario y hombre esclarecido, por todo eso, juez. Dejate caer, golondrina, con esas filosas tijeras que recortan el cielo de Saint-Germain-des-Prés, arrancá estos ojos que miran sin ver, estoy condenado sin apelación, pronto a ese cadalso azul al que me izan las manos de la mujer cuidando a su hijo, pronto la pena, pronto el orden mentido de estar solo y recobrar la suficiencia, la egociencia, la conciencia. Y con tanta ciencia una inútil ansia de tener lástima de algo, de que llueva aquí dentro, de que por fin empiece a llover, a oler a tierra, a cosas vivas, sí, por fin a cosas vivas.

Cap 21, Rayuela

martes, 24 de enero de 2012

¿Quién ve los suspiros en las fotos?

Lo malo es que sentir no es propiedad de la razón, lo malo es perseguir tan sólo pompas de jabón, y para qué olvidar si olvidar es saber cúando estaremos listos para afrontar otro fracaso.





Marwan.

lunes, 9 de enero de 2012



Una melancolía hiriente me retenía de la cintura, y tú en silencio me dejaste en mitad de la calle, privándome a entrar en tu mundo de los peces colgados del aire.

miércoles, 4 de enero de 2012

Bienvenido





Dos mil doce, ya empezamos mal porque no me gustan los números pares, pero aún así, démosle una oportunidad. ¿Qué propósitos tengo para este año? Todos y ninguno. No soy de ese amplio grupo que se promete a sí mismo ir al gimnasio porque soy de ese escaso porcentaje que se lo toma en serio y va, ya lo dicen los clásicos, mens sana in corpore sano, y dado que la mens no anda demasiado bien, me gusta meterle caña al corpore y os digo que ayuda. Tampoco puedo jurar y perjurar que dejaré de fumar, porque directamente no fumo. Así que dadas las circunstancias podría proponerme algo tan sencillo como complejo: vivir, o mejor dicho, vivir la vida que quiero vivir. Parece fácil, ¿no? Tienes un objetivo, sabes cómo conseguirlo y lo cumples, como mi hora de deporte diario, o como acostarse con alguien cuando no quieres pensar en nada más y necesitas un chute de eso que llaman endorfinas y que últimamente parece que me suele faltar. Así que aquí estoy, estrenando la primera semana del año intentando engañarme a mí misma y encontrando atajos para concienciarme de que sí, sí que puedo conseguirlo. La pregunta es: ¿qué vida quiero vivir? Nunca fui ambiciosa, la verdad, nunca esperé ser la chica popular del instituto o ser la preferida del profesor en la facultad, siempre me gustó estar contenta con lo que tengo a mi alrededor y aunque suene a tópico suelo ser feliz con poco. La vida que quiero vivir no es otra que una vida con ilusión, sí, ilusión y fuerza para conseguir lo que me proponga. No pido amor, solo no echar de menos y poder escuchar la canción más triste del mundo sin tener que recordar a alguien que, muy probablemente, haya decidido resetearme en su vida justo después del discurso protocolario que suena hasta ridículo y que para quitarle drama al asunto me gusta parodiar. No quiero más decepciones, ni vacios ni más insomnio…intento ver lo bueno de todo esto pero no encuentro qué puede haber de bueno en sentir esta melancolía crónica. Y si es verdad que se acaba el mundo este año, que nos pille bailando. Feliz 2012.