
Como el principito hemos soñado huir de nuestro planeta, atando bandadas de pájaros a nuestras manos, en busca de otro lugar en el que empezar un nuevo viaje. Pero cuando la mentira se convierte en cotidiano y el miedo a la soledad nos inmoviliza decidimos cortar las cuerdas que nos atan a aquellas bandadas, y entonces caemos sin remedio a nuestra rutina de abrazos, citas y peleas. A lo lejos divisamos otros paisajes, intuimos que la vida esta allí, que el hecho de estar vivo siempre exige algo, que quizá... Pero como tantas veces nos ponemos a salvo, arrastramos nuestra cadena de sueños y somos el fantasma de siempre, con una sonrisa de látex pegada con imperdible al rostro. Solo por esta vez dime una verdad, que ya mentimos a diario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario