miércoles, 15 de abril de 2009


Me he replegado, es cierto, y he rechazado el combate. Pero, en la seguridad de mi espíritu no existe desafío que yo no sea capaz de afrontar. Indigente de nombre, posición y apariencia, soy en mi entendimiento una diosa invicta.

Lo que hace la fuerza del soldado no es la energía que emplea en intimidar a su adversario enviándole un montón de señales, sino la fuerza que es capaz de concentrar en sí mismo, centrándose en sí, sin salir de sí mismo.



La elegancia del erizo, Muriel Barbery

No hay comentarios:

Publicar un comentario